No siempre se entiende lo que se dice, porque cuando se habla lo que se siente, se esconde lo que se muestra cuando la soledad parece ser la compañía diaria.
Fue el momento en el que se enfriaron los pasos cuando cambié de opinión. Las garras ya no podrían aruñar si yo las mantenía lejos. No siempre se deja lo que hace daño, porque cuando se quiere algo, no siempre se lucha por ello.
Fui la bruma que cubría los vidrios de ese lugar en el que jugabas a ser tu mismo. Así, completamente maniático, frenético, posesivo. El mar estaba lejos, con todo y su romántica calma. No siempre se escucha lo que debe entenderse, porque cuando se entiende puede volverse doloroso.
Fuimos los únicos sobrevivientes del cuento de hadas que vivimos, y que terminó cuando alguien quiso firmar las hojas de nuestra historia. No siempre se termina lo que se finaliza, porque no siempre se deja ir lo que fue nuestro.
Fueron mostrándome los años que no siempre se debe decir lo que se siente, porque cuando se entiende lo que se escucha, no siempre se dice lo que reconforta.
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