diciembre 08, 2011

Hoy pasaste por mi mente

Hoy pasaste por mi mente. Tranquilo, sin prisas. Te sentaste cómodamente en la butaca que por tanto tiempo ocupaste, el humo de tu cigarrillo se confundía con el de tu taza de te y el de mis pensamientos de ti.

"Conocí a alguien"… la frase sonó con más fuerza de la que sonaba en mi cabeza. Inevitablemente, sentí tu mirada sobre mis labios, con la misma intensidad que los veías cuando decían “te amo”. No te tengo miedo, nunca te lo tuve, pero siempre estuve asustada de mi cuando estaba contigo, aunque era precisamente la fuerza de esa emoción lo que me mantenía a tu lado. La frase sonaba sincera, ajena a ti. Solo se escuchaba el gemido de los minutos tratando de sobrevivir.

Vivimos tiempos maravillosos. Yo jugando a ser tuya, tu escapando de mí. Tu exponiéndote por mi, yo ocultándome de nosotros.

No fue tu culpa y no fue mía tampoco. Simplemente, a pesar de algunas predicciones, no nos tocaba estar juntos. No me lamento de eso, como no lamento haber pasado ese tiempo a tu lado. Todo está saldado. No tengo resentimientos: necesito no tenerlos. No pienso dejar que el pasado condicione lo que ahora puedo vivir.

Ahora estoy con alguien que también tiene un pasado, un amor anterior, uno de esos inolvidables. Por eso me gustó vete aquí. Quería recordarte. Quería tenerte cerca de nuevo. Quería acariciar tu imagen, porque necesitaba darme cuenta de que no la necesito más. Quería sentirme libre y quería arriesgarme a amar. Este nuevo giro en mi vida no se trata de ti. Se trata de mi. Se trata de que la vida me atropelló una noche de un día cualquiera, y no pude –no quise- decir no.

Lo más importante es que hoy me di cuenta de que nunca te olvidaré, pero también de que no eres mas parte de mi vida. No eres parte de mi. No te recuerdo con nostalgia, porque ahora entiendo que pasaste por mi vida para prepararme para hoy. Sin ti, yo no hubiera sido la persona que mereciera este nuevo amor.

junio 25, 2011

Dolor

El diccionario de la Real Academia Española, en su segunda acepción, lo define como “sentimiento de pena y congoja”. El dolor, sin embargo, se personifica una vez sentido por cada individuo. Se convierte, aunque contradigan mis palabras a la exacta metafísica de Aristóteles, en una persona separada del propio ser de quien lo siente. Quien lo ha sentido no negará que es un ente que respira solo. Un ente individual que se personifica y crece con los otros sentimientos que se confunden con el vivir del día a día.

Después de estar segura de no poder experimentarlo de nuevo, el dolor apareció, por supuesto, con una nueva forma. Una más cálida, más cordial, incluso más acogedora. El dolor más fuerte no viene de quien tiene la obligación de sangre de quererte, sino de quien ha escogido libremente hacerlo. Está claro, sin embargo, que como cualquier persona, nace de la combinación de dos elementos: uno viene de fuera, pero el otro nace dentro de quien luego lo experimenta.

Hablo, en éste caso particular, de un dolor que no es físico, aunque sus consecuencias se experimenten físicamente. Hablo de aquél dolor que como el aire, no tiene cara, pero se siente. No tiene voz, pero ensordece, no tiene tacto, pero arde palparlo. Hablo de un sentimiento con personalidad, de un suspiro con nombre. Hablo del que se experimenta con frecuencia, aunque siempre se procure evitar.

Hay una fuerza que abraza las piernas de quien quiere dar un paso más, que sella la boca cuando se quiere hablar de perdonar. Esa fuerza toma formas de diferentes excusas, pero se llama dolor. Cuando no te bota en el suelo ni te hace sangrar las rodillas, te envuelve en una concha dura que no te deja actuar.

Lo más interesante del dolor es que aparece cuando pareces menos vulnerable. Cuando todo es tan perfecto que pareces protegido. Aparece cuando quiere, y cuando tu lo dejes, aunque sea inconscientemente, invadir tu actividad. Y es egoísta, y lo quiere todo: desde tu primer paso en la mañana hasta tu última lágrima de cada noche. Desde tu dieta hasta tu vida profesional… simplemente invade todo, célula a célula, llena tu día de angustias que nacen razonadas y mueren sin razón.

Éstos párrafos son un tributo al dolor. Por su acción purificadora, como lo en el caso de Cristo y de tantos Santos que han aprendido a llevarlo con alegría, con resignación. Por su acción iluminadora, que hace a un individuo dimensionar su vida desde la perspectiva del mundo, y no de su particular situación. Por su acción ensordecedora, que grita que las señales son advertencias y no paranoias. Por su acción innovadora, que te hace aceptar que algo cambia o muere. Por sus resultados, que si no te matan, te dan alas para volar más lejos.

Esto es un mensaje para el dolor, de quien me sentí tan lejana y que ahora es parte de mi menú ordinario. De quien me sentí tan protegida, que se me pasó por algo cuidarme. Para ti, dolor… que si no me matas, me harás más fuerte.

mayo 06, 2011

Una historia robada de un wall

"He aprendido...

Que no puedes hacer que alguien te ame.

Todo lo que puedes hacer es ser alguien quien pueda ser amado, el resto depende de ellos.

He aprendido que no importa cuánto quieras,

algunas personas simplemente no corresponden tu cariño.

He aprendido que toma años construir la confianza

y sólo unos segundos para destruirla.

He aprendido que no es lo que tienes en la vida

sino a quien tienes, lo que cuenta.

He aprendido que te la puedes arreglar con encanto, pero tan sólo por 15 minutos.

De allí en adelante, es mejor que sepas algo.

He aprendido que no te debes comparar con lo mejor que otros pueden hacer,

sino con lo que tú mejor puedes hacer.

He aprendido que no es lo que le pasa a la gente lo que es importante,

es lo que hacen al respecto.

He aprendido que puedes hacer algo en un instante

que te dará dolor de cabeza de por vida.

He aprendido que me está tomando mucho tiempo

ser la persona que quiero ser.

He aprendido que es mucho más fácil reaccionar que pensar.

He aprendido que siempre debes despedirte de los seres amados con palabras de amor.

¡Podría ser la última vez que los veas!.

He aprendido que, o controlas tu carácter,

o tu carácter te controla a ti.

He aprendido que sin importar cuan caliente y ardiente es una relación al principio,

la pasión desaparece, y es mejor que haya algo que tome su lugar.

He aprendido que los héroes son personas que hacen lo que se tiene que hacer

cuando se debe hacer, sin importar las consecuencias.

He aprendido que aprender a perdonar requiere práctica.

He aprendido que hay gente que te quiere mucho

pero que no sabe cómo mostrártelo.

He aprendido que el dinero es una mala manera de evaluar.

He aprendido que mi mejor amigo y yo

podemos hacer de todo o nada y pasarlo bien.

He aprendido que algunas veces la gente que tú esperas que te pateen

cuando estás caído serán los que te ayuden a levantarte.

He aprendido que una amistad verdadera continua creciendo aún en medio de una gran distancia.

Igual sucede con el amor verdadero.

He aprendido que tan sólo porque alguien no te ama de la manera que quieres que te ame,

no significa que no te ame con todo lo que tiene.

He aprendido que la madurez tiene más que ver con los tipos de experiencias que has tenido

y lo que has aprendido de ellas y menos que ver con cuántos cumpleaños has celebrado.

He aprendido que no debemos cambiar de amigos

si entendemos que los amigos cambian.

He aprendido que no importa qué bueno es un amigo,

puede herirte de vez en cuando y debes perdonarlo por eso.

He aprendido que no siempre es suficiente ser perdonado por los otros.

A veces debes aprender a perdonarte a ti mismo.

He aprendido que no importa que esté roto tu corazón,

el mundo no se detiene por tu dolor.

He aprendido que nuestro pasado y las circunstancias podrían haber influenciado quienes somos,

pero somos responsables por quienes seremos.

He aprendido que sólo porque dos personas discutan no significa que no se amen

y tan sólo porque no discutan no significa que lo hagan.

He aprendido que dos personas pueden mirar la misma cosa

y ver algo totalmente diferente.

He aprendido que no importa como intentes proteger a tus niños,

en algún momento saldrán heridos y te herirán en el proceso.

He aprendido que hay muchas maneras de enamorarse

y mantenerse enamorado.

He aprendido que no importa las consecuencias,

aquellos que son honestos consigo mismos llegan más lejos en la vida.

He aprendido que tu vida puede cambiar en cuestión de horas

por gente que ni siquiera conoces.

He aprendido que aún cuando piensas que no tienes nada más para dar,

cuando un amigo llora en ti tú encontrarás la fuerza para ayudarlo.

He aprendido que escribir, lo mismo que hablar,

pueden aliviar dolores emocionales.

He aprendido que el paradigma en que vivimos

no es todo lo que se nos ha dado.

He aprendido que diplomas en una pared

no te hacen un ser humano decente.

He aprendido que la gente que más quieres en la vida

son apartados de ti demasiado pronto."