diciembre 16, 2009

Sin saber

Sin saber, te buscaba en el fondo de una copa de Martini, en el fuego que enciende un cigarrillo y en la oscura soledad de las noches de bullicio.

Entre lentejuelas de moda y zapatos de punta, entre maquillaje adecuado y fiestas improvisadas, en el fondo, quería que aparecieras.

Pensaba que estabas escondido entre la majestuosidad de mi soberbia, o entre lo berrinches de mi complejo de superioridad. Pensaba que estaba huyendo, cuando solamente estaba hambrienta de ti.
Sin saber, quería que alguien te llevara a mi puerta, que te hiciera hablarme, que te enseñara a quererme.

Quería descubrir tu barba a medio crecer, tus ojos avivados y la cicatriz de tu oreja. Quería noches de conversación, tardes de tensión y días de felicidad.

Quería que me abrieras el corazón, quería depender de ti, amarte sin medida, ilusionarme sin una razón racional. Mi petulancia era el reflejo de la inseguridad que me caracterizaba. Las heridas previas se hacían evidentes cuando, sin conocerte, trataba de esquivarte. Sin tener idea, arrancaba una a una las hojas del calendario, esperando acercarme al 29 de mayo.

Hoy no puedo contener el bullicio de la vida que me alimenta. No quiero que me salven de esta locura con pincelazos de razón. Hoy extiendo mis brazos en dirección al sol, y agradezco a la vida por las uvas, por el aire y por ti. Por los sueños, por el futuro y por el amor. Hoy siembro un árbol, para que sirva de columpio a nuestros hijos. Hoy te regalo una flor. Hoy busco la vida que llevo dentro y te la entrego en una caja multicolor. Hoy descubro el pedregoso camino a la felicidad. Hoy entiendo mi pasado, olvido lo que estorba y dejo entrar al amor. Hoy entiendo que la vida se puede vivir a plenitud. Hoy entiendo que eso es una decisión diaria y personal.

Te amo!

diciembre 14, 2009

Punto final

Era el centro de un jardín, muy romántico en otras circunstancias, crucial en las mías. Había algo de frío, el sol de las cuatro… casi el de las cinco, pero todavía pude salvarlo de presenciar ese momento.

Dos o tres frases escuálidamente rebatidas fueron la despedida. No sé de donde salió tanta coherencia. En ese momento de lucidez, todo hizo sentido en mi cabeza: la causalidad reinó en la racionalidad que hasta el momento, había estado más dormida que consciente.

Después de eso, un cigarrillo. El humo que llenaba mis pulmones ocupaba el lugar de ese amor-resentimiento que se había acumulado los últimos años. Inmediatamente después: dos cervezas y seis lágrimas, un gemido y una determinación. Eso fue todo. Aparentemente, en ese momento se terminó.

El final no constituyó más que el principio de la paz.

diciembre 04, 2009

Cuando hablaste, un ladrillo de esos que usa la gente para construir, me cayó en medio del pecho. Lo tiraron desde muy arriba: desde donde te tengo a ti. Rompió mis costillas, y logró que éstas se incrustaran en mis pulmones. Desde que lo dijiste, no he logrado respirar otra vez.

diciembre 02, 2009

Esas frustraciones

Dentro de las sábanas, en esa cama que tampoco ya se siente suya, el panorama se ilumina solo para dejar clara la oscuridad de la realidad:

Los días pasan al lado suyo, a veces siente que lo atropellan. Se ha hundido poco a poco en un océano de palabras que hacen ruido, más no sentido. Su arma es una escultura de piedra que recuerda a un corazón valiente.

No escucha, no siente, no vive.
Transpira agonía, llora sangre, escupe desesperación. Tristeza amalgamada con gotas de desencanto: ¿por qué no quiere ver la realidad?
Deja arañones en la espalda del recuerdo de ayer, mientras se aferra a los días en los que la vida le prometía más. Arranca con los dientes cualquier detalle que pueda hacerlo creer más, querer más.
Celos: Su compañía
Planes: Su decepción
Cambio: Su muerte
La nostalgia ha formado una maraña que se queda trabada en la garganta: las lágrimas están listas para salir. Una ópera tenue le recuerda que pudo haber sido culpa suya: la incertidumbre le apuñala de frente.

¡Paren los relojes, el hombre necesita respirar! Piensa que no ha tomado decisiones, porque no ha tenido tiempo para pensar. En realidad no las ha tomado, porque no ha tenido valentía para actuar.
En ese oscuro frío de los días de soledad, las puertas se cierran en la cara, el futuro es un mapa incierto, la búsqueda del tesoro terminó. Quizás otro ganó. El olor a óxido viene de adentro: es la sangre que bombea su corazón. Mientras se rinde al tiempo y a la soledad de ese círculo que amarra su vida a la mediocridad, se da cuenta de que no son las circunstancias: el problema está dentro…

Para él, los sueños se terminan con el final de la noche, las frustraciones, con el final de la vida.